10. El órgano del Colegio Jesuítico de Buenos Aires
Sepp
menciona que los barcos que llegaron de España el año de 1700 trajeron un
órgano para el Colegio jesuítico de Buenos Aires. Aquel había sido construido
en Flandes y había costado 1.000 táleros (o 5.000 pesos).
Ya con anterioridad, en su
“Relación de Viaje”, Sepp había escrito sobre este llamativo encargo: “el Padre
Procurador que vino con nosotros, compró en los Países Bajos un órgano por mil
táleros para Buenos Ayres, que ni había visto antes, y que aún ni ha llegado al
Paraguay, de modo que no se sabe si el mecanismo es bueno o malo”.
No
tenemos dudas de que el encargo de un órgano en los Países Bajos con destino al
Colegio de Buenos Aires respondía a la alta estima que tenían los jesuitas por
el eximio organero flamenco Willelm Hermans.
Hermans,
nacido en Thorn en 1601, profesó como Hermano laico en la Compañía de Jesús en
1641. Fue transferido a Italia hacia el 1648 luego de haber construido varios
órganos para iglesias jesuitas en otros países tales como Holanda, Bélgica,
Alemania y Francia.
Después
del suceso de la construcción de su primer instrumento para el Domo de Como en
1649/50, su actividad se extiende por toda Italia exclusivamente en iglesias y
colegios jesuitas, incluyendo el Colegio de Roma, en donde actuó como organista
el eximio músico toscano Domenico Zipoli (1688-1726).
Hermans
muere en Roma en 1683 después de haber construido más de 90 instrumentos.
De
todos estos, sólo sobreviven en Italia dos de sus órganos: uno en la iglesia
del Espíritu Santo de Pistoia (1664) y otro en la Iglesia de Santa María la
Mayor de Collescipoli (1678).
La
disposición de este último es la siguiente:
Principale 8´
Ottava 4´
Decima Quinta 2´
Decima Nona 1 1/3´
Vigesima Seconda 1´
XXVI (2/3´)-XXIX (1/2´)-XXXIII (1/3´)
Flauto in
Duodecima 2 2/3´
Flautino Bassi
1´
Cornetto (Soprani) 3-4 file
Tromba Bassi 8´
Tromba Soprani
8´
Además :
Tambor, Trémolo y Ruiseñor.
![]() |
Órgano Hermans de la iglesia del Espíritu Santo de Pistoia |
Este
mismo influjo flamenco, en cuanto a música e instrumentos musicales se
refiere, es reflejado por las palabras
del mismo P. Sepp, cuando dice: “los Reverendos Padres, digo, y los señores
hermanos Pablo y Gabriel Sepp preguntarán: si allí en las reducciones ofician
tantas misas solemnes, letanías, vísperas y misas comunes, ¿ quién les compone
entonces los salmos, himnos, ofertorios, quién las misas y los numerosos
motetes ? ¿ Y quién les ha enseñado a cantar, a tocar el órgano, las trompas,
chirimías y fagotes a estos indios ?
Reverendos
Padres: Quien les ha enseñado la vida cristiana a estos pobres indios
abandonados, quien les ha enseñado a rezar el santo Padrenuestro, a hornear el
pan, a hacer vestidos, a cocinar, a pintar, a fundir campanas, a construir
órganos, arpas, cornetas, chirimías y trompetas, quien les ha enseñado a hacer
auténticos relojes de repetición, que no sólo dan las horas completas, sino
también los cuartos de hora; quien les ha enseñado esto, también los ha
instruido en la música y en los oficios: fueron los primeros Padres misioneros,
nuestros santos antepasados, especialmente algunos Padres holandeses que por su
esfuerzo y trabajo aún son olvidados aquí y cuya memoria bendecimos.”
Aquel
órgano flamenco que los barcos trajeron en el año de 1700 y que fuera montado
en el Colegio de Buenos Aires fue, con toda seguridad, el que hubo de tañer a
su llegada a Buenos Aires, el jesuita Domenico Zipoli.
En el
libro de inventarios de los bienes que fueran de los Regulares expulsados del
Colegio de San Ignacio, de la Santísima Trinidad Puerto de Santa María de
Buenos Ayres, a 1º de septiembre de 1767, se halla cotizado este órgano del
modo que sigue:
“Coro …
Dos Mil y quinientos pesos el órgano”.
Aún en
1799 existía dicho instrumento ya que al día 18 de noviembre de ese año, el
maestro Miguel de Belén presenta un recibo, donde manifiesta “haber tocado el
órgano en la víspera y día de la fiesta del dicho Colegio de San Carlos”.
Lamentablemente, el rastro de
aquel famoso órgano flamenco se pierde durante el siglo XIX. Nada sabemos de
sus características técnicas, pero podemos suponer que su apariencia sería muy
próxima a la del órgano que aún hoy se conserva en la Catedral de Santiago de
Chile, el cual proviene de la iglesia de la Compañía de Jesús de aquella
ciudad.
Sobre este último instrumento, el
Sitio
Chileno de Órganos de Tubos brinda la siguiente información:
“Según el historiador Fernando Márquez de la Plata, es obra
del hermano Georges Kranzer, de la compañía de Jesús , organista también, quien
lo construyó en 1754, a instancias del Padre Charles Haymhausen, jesuita,
quien, cuando llegó a Chile en 1746, trajo consigo una serie de instrumentos
musicales.
El instrumento fue hecho en los talleres artesanales de los
jesuitas en Calera de Tango.
Según información del Padre Francisco Enrich, en su Historia de la compañía de Jesús en Chile (Santiago,1891), el Padre Haymhausen, en 1766, hizo construir "al pie de la iglesia (el Colegio Máximo de San Miguel) un coro que ocupaba toda la nave central y en él colocaron un órgano trabajado por otro de los hermanos. No era grande este órgano, pero sí de muchos y bien articulados registros y de voces muy suaves y armoniosas" (vol. II P. 220).
Según información del Padre Francisco Enrich, en su Historia de la compañía de Jesús en Chile (Santiago,1891), el Padre Haymhausen, en 1766, hizo construir "al pie de la iglesia (el Colegio Máximo de San Miguel) un coro que ocupaba toda la nave central y en él colocaron un órgano trabajado por otro de los hermanos. No era grande este órgano, pero sí de muchos y bien articulados registros y de voces muy suaves y armoniosas" (vol. II P. 220).
El Padre Enrich agrega que 120 años después de su
construcción, el órgano funcionaba bien, junto al altar mayor de la Catedral de
Santiago, lugar donde había sido trasladado después de la expulsión de los
jesuitas, en 1769.
Este traslado salvó al instrumento de desaparecer en el
incendio de la Iglesia de la Compañía.
En realidad, el instrumento que el Padre Enrich escuchó en la catedral a fines del siglo pasado había experimentado una renovación con algunos materiales de la Casa Flight et Son, de Londres, constructora de gran órgano de la tribuna alta central de la catedral, en 1847- 1850.
El "órgano de los jesuitas" funcionó durante más de 50 años en nuestra centuria. Según el testimonio del Padre Jorge Azócar Yávar, quien fue maestro de capilla del templo catedralicio, él hizo colocar un registro de Bourdon 16 y un teclado de pedales de 12 notas, en la década de 1910.
En 1973 la Comisión de Arte Sagrado decidió llevar adelante la restauración de este instrumento, tarea que se encomendó al señor John Moir, quien estableció el proyecto de nueva registración. En la actualidad, el órgano funciona perfectamente y se lo utiliza regularmente en la función del culto.”
En realidad, el instrumento que el Padre Enrich escuchó en la catedral a fines del siglo pasado había experimentado una renovación con algunos materiales de la Casa Flight et Son, de Londres, constructora de gran órgano de la tribuna alta central de la catedral, en 1847- 1850.
El "órgano de los jesuitas" funcionó durante más de 50 años en nuestra centuria. Según el testimonio del Padre Jorge Azócar Yávar, quien fue maestro de capilla del templo catedralicio, él hizo colocar un registro de Bourdon 16 y un teclado de pedales de 12 notas, en la década de 1910.
En 1973 la Comisión de Arte Sagrado decidió llevar adelante la restauración de este instrumento, tarea que se encomendó al señor John Moir, quien estableció el proyecto de nueva registración. En la actualidad, el órgano funciona perfectamente y se lo utiliza regularmente en la función del culto.”
Órgano proveniente de la iglesia de los jesuitas
(hoy conservado en la Catedral de Santiago, Chile)
|
Desconocemos el criterio empleado para establecer la
disposición que actualmente ostenta el instrumento, pero dudamos que ésta se
corresponda con la original:
Manual (56 notas; Do 1 a Sol 5)
Bourdon 8´ (partido en Bajos y Altos)
Flûte à
Chimenée 4´
Prestant
4´
Doublette
2´
Larigot 1 1/3´
Cymbale III
Cromorne 8´ (partido en Bajos y Altos)
Pedal (30 notas; Do 1 a Fa 3)
-(sin registros propios; acoplado constantemente al manual)
Desafortunadamente, nada queda de
la tubería original del instrumento, ya que -al parecer- los tubos primitivos
del órgano habían sido reemplazados ya a mediados del siglo XIX. Los tubos que
han sido quitados durante la reconstrucción del órgano en los años `70 fueron,
al parecer, trasladados y alojados en otro instrumento, el cual se encontraría
actualmente en el Monasterio de las Benedictinas de Mendoza de Rengo.
Estéticamente, el órgano de los jesuitas de Santiago tiene
un gran parecido con los instrumentos salidos del taller del gran constructor
Arp Schnitger (1648-1719), quien construyó alrededor de 180 instrumentos, mayormente
para iglesias ubicadas en el norte de Alemania y los Países Bajos.
Los órganos de Schnitger pueden ser tomados como una buena
referencia a la hora de establecer un parentesco con lo que pudo haber sido el
órgano de la iglesia de la Compañía en Buenos Aires.
Un instrumento de dimensiones modestas obrado por Schnitger
hacia fines de siglo XVII se conserva hoy en la iglesia de Calberlah. Este
cuenta con la siguiente disposición:
Manual (49 notas)
Gedackt 8´
Gedackt 4´
Nasat 2 2/3´
Principal 2´
Wäldflöte 2´
Tert 1 3/5´ (partido en Bajos y Altos)
Mixtur (partido en Bajos y Altos)
Krummhorn 8´ (partido en Bajos y Altos)
![]() |
Órgano construido por Arp Schnitger (Calberlah) |
Dado
que se desconocen los detalles técnicos del órgano del Colegio de la Compañía
de Buenos Aires -por ejemplo, si este contaba con uno o dos teclados manuales-,
hemos preferido referirnos a instrumentos de modestas dimensiones y de un solo
teclado manual, es decir, órganos que pudieron haberse aproximado a aquel, al
menos en su forma básica.
11. El órgano barroco
andino
Como vimos, a su paso por Potosí en 1730, Schmid hizo
construir un órgano de seis registros para llevar consigo a la chiquitanía.
Pero, qué tipo de instrumento se construía por entonces en
aquella región de los Andes ?
Afortunadamente, sobreviven hasta hoy en el Departamento
de Potosí varios ejemplares de órganos barrocos. La inmensa mayoría de ellos se
encuentra en estado de completo abandono.
Mas, el estudio de estos instrumentos nos permite trazar,
aunque más no sea, un modesto esbozo sobre las características esenciales de
estas verdaderas alhajas.
Por empezar, se trata mayormente de instrumentos de
modestas dimensiones y recursos sonoros: con base en un registro fijo de 4´ y
el resto de sus juegos partidos en bajos y altos entre Do 3 y Do# 3. A veces
puede encontrarse un juego tapado en tono de 8´. Su teclado, con octava corta,
cuenta normalmente con 42 notas (de Do 1 a La 4). Los registros de pueblo, infaltables en estos
instrumentos, son los Tambores y los Pajarillos.
En el departamento de Potosí -en la iglesia de San Miguel del
pueblo de Tomave- se conserva un bello instrumento construido hacia 1730, el
cual podríamos tomar como claro ejemplo de órgano barroco andino altoperuano.
Su disposición original sería esta:
Enflautado de 6 palmos (4´) -fijo;
sin tirador-
Octavas de 3 palmos (2´)
Nasarte de 2 palmos (1 1/3´)
Lleno de III hileras de mano izquierda
Lleno de III hileras de mano derecha
Trompas de 6 palmos de mano izquierda (4´)
Trompas de 6 palmos de mano derecha (4´)
Además: Tambores y Pajaritos.
Este instrumento se hallaba ya
inventariado en 1747:
“Yttn. en el Coro un Organo q
le faltan tres flautas y tres trompas quebradas”
En
1756, un platero compuso algunas teclas y años más tarde, en 1761, fue
necesario renovar los fuelles.
El órgano fue aderezado en 1773 por
el maestro Bonifacio Muñoz, quien fabricó dos nuevos fuelles, reemplazó algunas
flautas y colocó 42 nuevas trompas. Seguramente fue durante el siglo XIX que el
órgano fue reformado mediante la supresión del registro de Octavas de 3 palmos
(2´) y su reemplazo por un juego de Tapadas en tono de 12 palmos (8´) y la
supresión del tiple del registro de Trompas y su reemplazo por un juego de
Cornetas de tres hileras (2 2/3´ + 2´ + 1 3/5´) para la mano derecha.
Esto mismo ocurrió en el órgano
del Convento de Santa Mónica, en Potosí, que cuenta hoy con idéntica variedad
de juegos que el órgano de Tomave, aunque la composición de su Corneta varía
levemente (2´ + 1 3/5´ + 1 1/3´). En ambos casos las hileras de tubos pertenecientes
a este particular registro se hallan posadas sobre la secreta misma del órgano.
El juego de Cornetas, compuesto
por cuatro o cinco hileras de tubos montadas sobre un secretillo sobreelevado
respecto al resto de la tubería, es bastante común en otras regiones del
altiplano, pero no así en Potosí.
Órgano de Tomave |
El ya
mencionado órgano del Convento de Santa Mónica, en la ciudad de Potosí, y el de
la iglesia del pueblo de Tinquipaya, cercano a aquella otrora Villa Imperial,
son instrumentos con similares características a las ya mencionadas para el
órgano de Tomave.
Estos
órganos comparten dos detalles que llaman poderosamente nuestra atención …
Primero,
la particularidad de que el registro que ocupa la fachada del instrumento y el
frente de la secreta es siempre fijo, es decir que carece de tirador, sonando
-por lo tanto- todo el tiempo.
Sin
duda es ésta una reminiscencia del Blockwerk
medieval europeo, del órgano sonando a pleno y en bloque, un resabio de cuando
aún no se había inventado el dispositivo mecánico que permitiría luego anular,
callar (de ahí el nombre “stop” en
inglés) ciertas hileras de tubos.
Esta
misma reminiscencia se puede observar en otros instrumentos conservados en el altiplano,
como ser los claves de Potosí y Sucre, a los cuales ya nos hemos referido
anteriormente.
Estos
instrumentos cuentan con dos registros fijos (uno de 8´ y otro de 4´) los
cuales suenan todo el tiempo. Los típicos claves flamencos de un teclado del
siglo XVII, principalmente aquellos salidos del taller de la familia Ruckers,
poseían también la misma disposición (8´ + 4´), pero dichos registros no eran
fijos, sino que podían ser activados o callados a voluntad del ejecutante
mediante un mecanismo derivado de aquel utilizado en los órganos.
Por
otra parte, la gran mayoría de los claves italianos construidos durante los
siglos XVI y XVII poseían dos registros fijos de 8´; es decir que éstos sonaban
todo el tiempo. En algunas escuelas regionales, como la napolitana, el teclado
se desplazaba hacia delante permitiendo que los saltadores del segundo registro
(los más lejanos al teclado) quedaran libres, sin acción; esto se lograba
colocando unos pequeños bloques de madera en la extremidad posterior de cada tecla.
Así, al poder aislarse un registro del otro, se facilitaba el proceso de
afinación del instrumento y, si el ejecutante lo deseaba, se podía cambiar la
registración durante una obra.
Los
claves de Potosí y Sucre no poseen ningún mecanismo de desactivación de los
registros, es decir que éstos cantan todo el tiempo, dificultándose de esta
manera tanto la afinación como la ejecución, ya que no hay posibilidad de
cambiar la sonoridad que producen sus dos juegos de cuerdas.
La
segunda es la presencia, poco común en instrumentos de otras regiones, de un
hueco en la pirámide de principales. Vemos como en el órgano de Tomave y en el
del Convento de Santa Mónica, luego de las reformas que ambos instrumentos
sufrieron a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, el registro de Octavas
de 3 palmos (2´) ha sido suprimido dejando trunco el original escalonamiento 4´
- 2´ - 1 1/3´ - Lleno para convertirse, merced al agregado de un juego de
Tapadas en tono de 12 palmos (8´) en un 8´ - 4´ - 1 1/3´ - Lleno.
derecha: órgano de la Iglesia de Tinquipaya (Potosí)
En
cuanto al aspecto estético, se trata de instrumentos de pedestal, de fachada
plana y recta. Normalmente los tubos alojados en la cara del órgano son
dispuestos en tres ventanas, siendo la central la de mayor altura.
En el
interior, los caños reposan sobre la secreta en orden cromático.
Comúnmente
estos órganos carecen de reducción de molinetes; las teclas simplemente cuelgan
de las varillas que las conectan, en forma de abanico, a las válvulas dentro de
la secreta.
Desde
luego que existen instrumentos de dimensiones más reducidas aún, pequeños
órganos procesionales con base en un registro tapado de 4´ (como lo demuestra
la secreta encontrada en el coro de la iglesia de Jerusalem, en la ciudad de
Potosí) o hasta en un juego de 2´ (como atestigua la secreta hallada en la
demolida capilla del pueblo de Asiento, cercano a Tomave).
Dos
fuelles de cuña suministran el aire. Estos se accionan, cada uno, mediante sus
correspondientes baquetas, las que pivotean sobre un soporte común.
El
diapasón de estos instrumentos varía levemente entre los 405 y 425 Hz. para la
nota La. Debe tenerse en cuenta que el intenso frío y los vientos reinantes en
la región provocan que la temperatura promedio sea más bien baja.
12. Los órganos de
Schmid y sus discípulos
Hemos
visto como en 1744 Schmid declaraba ya haber construido órganos para todos los
pueblos chiquitanos; a partir de 1750 y hasta 1767 construyó sin duda algunos
más de mayores dimensiones que los anteriores, como los que hizo para las
nuevas iglesias de San Rafael y San Javier.
Sabemos
también que en los años posteriores a la expulsión de la orden de la Compañía
de Jesús, los discípulos indígenas entrenados por él siguieron fabricando
instrumentos musicales.
Así, en
1771, el profesor de matemáticas Cosme Bueno, de Lima, relataba cómo en 1768 el
Obispo Francisco Raymundo de Herboso visitó las antiguas reducciones
chiquitanas y pudo admirar allí los órganos de Schmid en las iglesias y se hizo
construir por los discípulos indios del jesuita un órgano para la Catedral de
Santa Cruz “que habría hecho honor a las más grandes catedrales del Perú”.
No hay
forma de saber si los restos conservados en los pueblos de Santa Ana y
Concepción (estos últimos, provenientes del pueblo de San Rafael), pertenecen a
órganos obrados por Schmid o por sus discípulos.
Dichos vestigios demuestran que
se trataba de pequeños órganos del tipo Blockwerk,
es decir, varias hileras de tubos que conforman un lleno -en este caso con base
en 4´- y sin posibilidad de ser separados en filas o registros.
El órgano de Santa Ana -del cual
se conservaban la caja, el teclado, la reducción y la secreta- fue reconstruido
por Jean-François Dupont en 1997 y tiene hoy la siguiente disposición:
Fila 1: Octava 4´ / Flautado 8´ (reiteración en Do 3)
Fila 2: Quinta 2 2/3´
Fila 3: Quincena 2´ / Octava 4´ (reiteración en Do 3)
Fila 4: Quinta 1 1/3´ / Quincena 2´ (reiteración en Do 3, dos hileras a
partir de La 3)
Órgano de Santa Ana |
Secreta del órgano de Santa Ana |
En el pueblo de Concepción se
conservan algunas partes provenientes del órgano de San Rafael. Se trata de una
secreta, dos fuelles y algunos tubos. Los orificios en el secreto de este
instrumento demuestran, según el organero francés Pascal Quoirin, la siguiente
disposición:
Fila 1: Flautado 4´
Fila 2: Flautado 4´
Fila 3: Octava 2´
Fila 4: Quinta 1 1/3´
Fila 5: Quincena 1´
![]() |
Secreta del órgano de Concepción (proveniente del pueblo de San Rafael) |
En
principio, se pueden establecer algunas diferencias básicas entre estos dos
instrumentos.
El
órgano de Santa Ana parece pertenecer al grupo de instrumentos “pequeños”. El
de Concepción -en cambio- pertenecería al grupo de órganos “grandes” obrados
por Schmid, y bien podría ser éste el que fabricó hacia 1747 en ocasión de la
construcción de una nueva iglesia para el pueblo de San Rafael.
La
secreta del órgano de Concepción demuestra haber poseído una hilera de tubos en
fachada con la disposición 5-5-5. El órgano de Santa Ana en cambio carece de
fachada. La totalidad de sus tubos están alojados en orden cromático en el
interior de su caja.
El
órgano de Concepción, al igual que el de Santa Ana, cuenta con una secreta de
47 canales: 45 para un teclado de Do 1 a Do 5, con octava corta, más un canal
para el Tambor y otro para los Pajaritos (estos juegos parecen haber estado
acomodados a ambos extremos de la tubería de fachada).
El
órgano de Concepción parece haber contado con una pequeña pedalera; el de Santa
Ana no. Y para terminar, este último cuenta con repeticiones en sus hileras de
tubos; no así el órgano de Concepción.
Respecto al órgano de Santa Ana,
si este se debe a Schmid, debería haber sido construido entre 1755 (año de
fundación del pueblo por el P. Julián Knogler) y 1767. También podría haber
sido trasladado desde otra iglesia vecina y pertenecer a la primera etapa de
fabricación de órganos “pequeños” a manos del jesuita (1730-1744).
En el caso de los restos del
órgano de San Rafael, tampoco podemos saber -con certeza- si pertenecen al
órgano “grande” o al “chico”. Schmid dice en su carta del año 1761 haber hecho
un órgano “nuevo” más grande que el “viejo”; suponemos que al referirse a este
último, hacía mención a un instrumento fabricado por él mismo algunos años antes.
Nos inclinamos a pensar que por las dimensiones de la secreta (180 x 60 cm.) y
de los fuelles (135 x 60 cm.), así como por la presencia de tubos de fachada,
se trataría de uno de los órganos grandes de Schmid.
Órgano en la iglesia del pueblo de San Rafael |
13. Comparación de los
órganos de Schmid con los órganos andinos
A
primera vista, y a juzgar por los escasos vestigios sobrevivientes, los órganos
de Schmid poco tenían que ver con un típico instrumento barroco andino … pero,
era esto realmente así ?
Si nos
detenemos a analizar más fríamente esta cuestión, veremos que hay muchos más
puntos en común que lo que podríamos pensar a
priori.
Si comparamos la disposición de los
instrumentos conservados en Chiquitos y los existentes en las iglesias
potosinas, veremos que el parentesco fónico es mucho más evidente que la
similitud estética o visual.
En cuanto a esto último, es
necesario tener en cuenta que en la región andina existen órganos de cajón, muy
similares en apariencia al de Santa Ana. Estos instrumentos son, comúnmente, de
dimensiones reducidas y tienen su base en un registro de 4´ tapado o de 2´
abierto.
El órgano grande de San Rafael
parecía estar obrado según estos mismos lineamientos: era -en realidad- un
órgano de cajón aunque de dimensiones algo mayores. Su estructura, como la de
Santa Ana, aparentaba ser más bien la de un armario o ropero, aunque sus
puertas escondían una fachada de tres ventanas similar a la de los órganos
andinos de dimensiones medianas.
Izquierda: órgano de la Iglesia de Cala-Cala
(Potosí); derecha: órgano del Santuario de Quillacas (Oruro)
Respecto a la disposición de los
registros -si exceptuamos la común inclusión de un registro de lengüetas en los
órganos potosinos- y la ya mencionada particularidad indivisible de los
registros en el órgano chiquitano, ambos tipos están conformados por un lleno de
principales con base en 4´.
En el caso de los órganos potosinos,
el registro de 4´ emplantado en la fachada es siempre fijo, es decir que canta
en todo momento.
Ya en el siglo XV las hileras de
tubos de los órganos comenzaron a separarse en registros; en la primera mitad
del siglo XVI comienzan a aparecer registros partidos en bajos y altos. En
España esta usanza se generaliza durante la segunda mitad del siglo XVI y en la
región de los Andes durante la primera mitad del siglo XVII.
La inevitable pregunta que surge
es: cómo es que en la Chiquitanía Schmid adopta el tipo de órgano en bloque (blockwerk) cuando esto no representa sino
un retroceso al órgano medieval ?
La respuesta, creemos, se
encuentra en la búsqueda constante de simplificación por parte de los misioneros
jesuitas, que necesitaban obtener de los indígenas a quienes debían convertir, una
rápida comprensión y asimilación de sus costumbres y creencias.
En cuanto a la música, ya hemos
visto cómo aparecen en los cuadernos de teclado de Chiquitos algunas obras de
compositores europeos como Corelli y Zipoli, aunque estas obras aparecen a
menudo “simplificadas”. Sirvan de ejemplo las modulaciones del “Offertorio” o
de la “Pastorella” de Zipoli, las cuales han sido modificadas y facilitadas en
los cuadernos chiquitanos respecto de sus versiones originales en las “Sonate
d´Intavolatura”.
Del mismo modo, Schmid debe haber
creído que -siendo el órgano un instrumento tan complejo en su funcionamiento y
en su ejecución, y siendo que los indios chiquitanos no habían conocido jamás
este instrumento- sería conveniente simplificar al máximo tanto su construcción
como su ejecución.
Respecto a lo primero, resulta
obvio que un órgano sin correderas y sin falso-secretos será mucho más simple y
-por ende- “seguro” que uno que tuviera todas estas complicaciones añadidas. Sobre
lo segundo, de más está decir que al evitarse el ejecutante la “molestia” de
tener que combinar los sonidos mediante los distintos tiradores de registros,
podría concentrar toda su atención al toque del instrumento, y,
desentendiéndose del resto, lograr un rápido aprendizaje.
14. Interpretación de
los Sones de Órgano
Ahora bien, significa esto que
las obras incluidas en los cuadernos de teclado deben ser ejecutadas hoy día
valiéndose simplemente de una registración de lleno en bloque y con base en 4´
?
Estimamos que no necesariamente
esto tiene que ser así …
La misión de Schmid, como la de
todos sus colegas, era la de evangelizar a los indígenas y la música era el
instrumento principal del que se valían los jesuitas a la hora de lograr su
cometido.
Hoy por hoy, estas obras
-despojadas de todo rol evangelizador- llegan a nosotros como un testimonio
meramente musical.
De
todas formas, creemos que el carácter simple y fácil con el que fueron
concebidas, debe respetarse a la hora de recrear este repertorio.
Probablemente, la mejor forma de hacerlo sea valiéndose de instrumentos de
modestas dimensiones y recursos sonoros.
Inscripciones tales como “Sones
mo organo”, “Son los sones de organo del año 1743” o “Sones mo organo
violinito” delatan la interpretación de dichas obras al instrumento que nos
ocupa en estas modestas lineas.
Sin embargo, es bien sabido que
el clavicordio era el instrumento de tecla predilecto de quienes se hallaban
aprendiendo a tañer el órgano; y también sabemos que instrumentos tales como el
arpa y el clave llegaron a ser utilizados para suplantar al órgano en aquellas
funciones en las que -ocasionalmente- se hallaba éste descompuesto o faltaba el
organista.
La decisión de interpretar estas
obras valiéndose de instrumentos tales como clavicordio, clave y arpa no
debería ser tomada, por lo tanto, como un desacierto.
![]() |
Arpa del Convento de Santa Mónica (Potosí) |
15. El Tipo de Órgano
para interpretar los Sones
La
pregunta obvia que surge al intentar establecer el tipo de órgano que podría
considerarse como “ideal” para recrear este repertorio es:
Cuál es
el típico órgano misional o jesuítico ?
Será
aquel construido “al estilo europeo” por Sepp en Itapúa ? … o aquel que
-construido en los Paises Bajos- llegó a Buenos Aires en 1700 para ser
instalado en el Colegio de esa ciudad ? … sería más bien como el órgano de seis
registros que Schmid se hizo construir en Potosí para llevar consigo a las
misiones ? … o será como los que él y sus discípulos obraron en los talleres chiquitanos
?
Lo
cierto es que las dudas son más que las certezas a la hora de responder a estas
intrigantes preguntas.
Mas, si revisamos atentamente las
disposiciones de órganos brindadas en las líneas precedentes, observaremos
cierta uniformidad en cuanto a la variedad de registros que poseían los
instrumentos conservados o aquellos que más se aproximan a los que pudieron
haber existido en las misiones.
Un órgano que cuente con
registros de la familia del principal, desde el 4´ hasta el Lleno o Címbala,
más algún Bordón de 8´ o Flauta de 4´ y ¿ porqué no ? algún registro de
lengüetas de entonación no demasiado agresiva, será más que suficiente para
lograr recrear estas obras con la suficiente fidelidad.
Un instrumento de unos seis o
siete registros, incluyendo los que se detallan a continuación, sería
-estimamos- el ideal:
Principal 8´ o Bordon 8´
Principal 4´ y/o Flauta 4´
Quinta 2 2/3´ o Quinta 1
1/3´
Quincena 2´
Lleno o Címbala de III
hileras
Trompeta 4´ o Cromorno 8´
Además: Tambores y Pajaritos
Como regla, podríamos pensar que
todo instrumento que exceda significativamente estos recursos, o que carezca
marcadamente de ellos, debería ser considerado como “inapropiado”.
Por otra parte, si bien las obras
conservadas en los cuadernos no evidencian una escritura que contemple la
partición de los registros en bajos y altos, algunas de estas obras bien
podrían recrearse utilizando esta célebre invención (especialmente varias obras
del primer tono).
Algunas obras -particularmente
del quinto tono- requieren el toque de una nota pedal. Desde ya, estas notas
serían más fácilmente llamadas desde una pequeña pedalera enganchada
constantemente al teclado. Aún así, no se evidencia que sea necesario contar
con una pedalera independiente y mucho menos con registros propios.
En cuanto a la extensión del
teclado, el repertorio puede ser recreado en su totalidad sobre un teclado de
45 notas, de Do 1 a Do 5, con octava corta en el bajo; es decir, prescindiendo
de las notas Do# 1, Mib 1, Fa# 1, y Sol# 1.
El diapasón del órgano de Santa
Ana es hoy de 440 Hz. para la nota La. En la región andina altoperuana, en
cambio, predomina la altura de 415 Hz. para la misma nota. En los órganos de la
región de Cuzco, prevalece la altura de 380 Hz. para el mismo La, aunque existen
también órganos de 9 palmos (6´) de tono que suenan a la quinta superior de
aquellos órganos “naturales”. Desde luego, la inmensa mayoría de los
instrumentos conservados en la región andina son de tono de 6 o 7 palmos (4´),
pero también encontramos numerosos instrumentos pequeños o procesionales de
tono de 3 palmos (2´).
Por la progresión de altura de
los tubos, se puede observar que el temperamento en uso era -evidentemente- lo
que hoy conocemos como “mesotónico clásico” (o temperemento mesotónico de 1/4
de coma sintónica).
La
presión del aire de los instrumentos citados aquí, varía entre los 60 y 100 mm.
de columna de agua.
16. Conclusión
Tal
como dijimos en la introducción a esta sección, la finalidad de estas líneas es
la de intentar establecer las características primordiales del órgano sobre el
cual se deberían poder interpretar las obras de teclado incluidas en este
volumen, con la mayor fidelidad posible.
Esperamos
haber alcanzado el objetivo que nos trazamos al comienzo.
Se dijo
durante el desarrollo del texto precedente, que los misioneros e indígenas que
llegaron a construir órganos lo hicieron por pura necesidad, guiados sólo por
su vocación y voluntad, y no porque hayan recibido en Europa los primeros, y en
las misiones los segundos, una sólida formación profesional en aquel arte.
Sin
embargo, el Padre Peramás escribía a mediados del siglo XVIII:
“No
vayan a creer los que esto leyeran que cuando digo que los indios eran
ingeniosos en hacer instrumentos que estos fueran unos aparatos informes y
groseros, pues sabían valerse de las herramientas de trabajo con la misma
destreza que los más egregios maestros europeos. Ciertamente se maravillaría
quien viniera y viese a estos eximios artífices fabricar órganos y toda clase
de instrumentos musicales”.
Más allá
de toda referencia historicista, los Sones
de Organo presentados aquí son la muestra concreta y palpable de que
aquellos órganos no sólo cumplieron su misión a cabalidad, sino que sus voces
podrán ser evocadas desde ahora en todo momento y en todo lugar.
*texto escrito en marzo de 2009
para acompañar la fallida edición de los “Sones de Organo”, transcripción de
los libros de teclado conservados en los pueblos de la Chiquitanía (Santa Cruz
de la Sierra, Bolivia), la cual estaría a cargo de los maestros Julieta Alvarado
y Norberto Broggini.
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